Zoo de Vendedores: El Castor

Vuelvo a mi inacabada relación de epístolas de fauna vendedora abandonada hace unos años, y que tanto me entretenía en su momento, ya que por entonces tenía bien amarrado el hábito de escribir. Hábito que abandoné por vete a saber tú qué, porque no lo recuerdo, pero que a buen seguro que fue por algo que me procuraba más placer y una falsa felicidad en forma de holgazanería. Hace poco he reflexionado y he decidido volver a escribir todos los días. ¿Todos? Sí todos, que no significa publicar algo todos los días, pero sí que me he obligado a cumplir este hábito de escribir, que sé que se me da regular, pero que adoro.

Y todo ello es gracias a un libro que me estoy leyendo, uno de esos de autoayuda que está de notable alto: “Hábitos atómicos” de James Clear que un buen amigo -gracias Fer- me recomendó. Y aquí estamos en este 2025 enfrascado en conseguir buenos hábitos a la vez que dejo algunos malos, es decir, reinventándose uno, que aún somos jóvenes, aunque ya pronto será la época de añadir lo de “al menos de espíritu”.

Y hablando de hábitos, qué más fácil que acudir a mi zoo de vendedores a ver si encuentro a un buen animal representativo como por ejemplo el castor. Un animal que en no pocos países está considerado una amenaza para la biodiversidad pero que es un currela nato, un excelente arquitecto e ingeniero de diques.

Y hablando de currelas natos, me acuerdo ahora mismo de Aitor, un

Un dibujo de dibujos animados de un castor en un tronco con un castoro en  él | Vector Premium generado con IA

comercial del mundo del suministro industrial. Aitor es un vendedor puro, así se considera él, es de un pequeño pueblo castellano del que es alcalde reelegido un par de veces pese a su juventud. Se presentaba por el PSOE, pero como él mismo suele decir, “porque fue el primero que me lo pidió” de hecho, su mejor amigo desde niños en el consistorio es de su cuadrilla y va con las siglas del PP.

Aitor se levanta todas las mañanas muy temprano y revisa en su ordenador el CRM de su empresa, la agenda del día. Las visitas a clientes actuales y las posibles oportunidades en Valladolid, a tiro de piedra de su pueblo. A una hora temprana, sobre las siete y media, se pone en carretera porque “hay clientes que para las ocho ya están funcionando” y los va a visitar “es el mejor momento del día para pillarlos más libres”. Luego va completando las visitas a clientes actuales con las visitas a prospectos o nuevos clientes “así me aburro menos y optimizo mejor el tiempo”. Siempre teniendo en cuenta vigilar la competencia “si le sirvo a uno no le puedo servir al otro”, más que nada porque los ferreteros quieren distinguir su oferta de la del ferretero de enfrente y porque -todo hay que decirlo- los celos y las envidias estén a la orden del día.

Aitor no es de tomar cafés, si toma alguno es porque no le queda más remedio. Muchos días, cuando va a Valladolid, pasa por Diputación a resolver “las cosas del pueblo”. A la hora de comer, prefiere hacerlo sólo y dedicarle a ello el menor tiempo posible.  Ese es el momento que pone también a rellenar el CRM con las visitas de la mañana, aunque más bien a terminar de cumplimentar bien, porque nada más terminar cada visita  ya ha dedicado unos minutos a esa labor,  y a preparar las de la tarde. Todo ello, comida más CRM, le ocupa como mucho una hora de su tiempo. Luego a la tarde sigue con sus visitas hasta casi oscurecer porque lo mismo que hay clientes que lo prefieren ver a  primera hora de la mañana, otros prefieren la última hora de la tarde.

De ahí al pueblo, al ayuntamiento al que va todos los días para ver si hay novedades, muchas veces no hay nadie pero como tiene llaves entra y observa si le han dejado papeles para firmar o llamadas o lo que sea.

Así prácticamente todos los días. Termina en casa solo y ya en la cama tras cenar algo, manda desde su Tablet el CRM a su jefe. Y digo solo porque vive sólo en la antigua casa de sus ya fallecidos padres. Novias Aitor ha tenido, claro que sí, unas cuantas, pero todas le han abandonado, quiere más a su empresa de suministros o a su ayuntamiento que a sí mismo, ¡cómo para tener tiempo para querer a los demás!

Dejamos dormir a nuestro querido castor que mañana tiene que levantar otro dique.

By | 2025-02-03T11:00:40+00:00 enero 31st, 2025|Sin categoría|0 Comentarios

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