Seguimos en nuestro entretenido paseo por nuestro peculiar zoo y nos encontramos con mamá canguro, que lleva en su bolsa a su retoño, retoña en este caso.
Fue hace unos años, en un proceso de selección donde buscábamos un o una comercial de tienda, que no un dependiente; necesario el matiz a mi entender.
Y ahí se presentó una chica joven en edad universitaria y lo hizo –pásmense señores- con su madre. Entraron ambas en el despacho y al ver mi cara de asombro, mamá canguro me dijo que la chica no tenía coche y que la traía ella y que luego la recogería y que entraba simplemente para saber cuánto iba a durar la entrevista, más que nada “para saber cuánto tiempo tengo para ir de tiendas” (sic). La niña se le veía ruborizada ante el arqueo de mis cejas en un espasmo –soy muy expresivo de normal- de absoluta incomprensión.
Estuve a punto de decirle que no iba a tener mucho tiempo para el noble arte del shopping, que ya se había acabado la entrevista –sin empezarla- y que se podía meter a su pequeña cangurito en la bolsa y salir pitando de mis despacho dando saltos hasta Australia. Pero me enterneció la mirada dulce de la niña, angelita del Señor, que estaba pasando las de Caín.
Cuando mamá canguro se disponía a salir le advertí que el repaso a su hija se lo iba a dar en media hora –entiéndame bien el lector la frasecita por favor- pero ella en vez de hacer mutis por el foro, me reservo una sorpresa final, una frase de despedida para engrandecer el aún breve y joven currículo de su vástago: “ya verá que majica es mi hija”.
Total que me quedé con su avergonzada cangurita quien se precipitó a decirme que lo sentía, que se había equivocado pero que su madre es tal y cual y que,… La frené, saqué mi vena monjil -que hice parvulitos con las marianistas- y viendo su dolor por el pecado y su propósito de enmienda, opté por no aplicar penitencia alguna y le hice ver que iba a pasar por alto la aparición en escena de mamá canguro y realizarle la entrevista con absoluta normalidad.
La chica no consiguió el puesto la verdad, no hay final happy aquí, pero fue por otras causas.
A modo de consejo a los canguritos y canguritas de mi zoológico –me acuerdo de mis alumnos universitarios- : hay que saber salir de la bolsa de mamá y volar sólo y libre, que mamá no te va a sacar las castañas del fuego toda la vida.
Y volviendo a lo de dependiente, si tienes un negocio busca no dependientes, sino independientes, comerciales de tienda, gente autónoma que dentro de un comercio sepa desenvolverse con los clientes como si de su compra dependiera su salario –tampoco es mala idea ponerle un variable-, que entiendan la tienda como si fuera suya.
Comerciales responsables que aunque sean jóvenes hace tiempo que abandonaron la confortable bolsa de mamá canguro.
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